El código de honor que hace a un buen periodista

El periodismo no es un trabajo como cualquier otro. A veces pide esa pequeña alma extra que resuena contigo. Así que aquí hay una lista no exhaustiva de cualidades esenciales para convertirse en un (buen) periodista. Estar cerca de las noticias, pero detrás de escena, es la vocación de un buen periodista. Esto requiere cualidades humanas esenciales.

Curiosidad

¡La curiosidad es algo malo, excepto en el periodismo! Por el contrario, es esencial. El periodismo es una profesión en la que constantemente estamos descubriendo nuevos temas, seamos sinceros, más o menos fascinantes. Por lo tanto, para seguir motivado ante un informe del Tribunal de Cuentas, una reforma de las pensiones o una crisis europea, ¡es mejor tener una sensación de descubrimiento y ganas de aprender!

Rigor

Eres constantemente juzgado, para bien y para mal. Por lo tanto, no hay margen de error porque la aproximación más pequeña volverá a ti como una descarga de madera verde. El periodista es un poco como un deportista, sus actuaciones son escrutadas, criticadas y entregadas a la venganza popular de las redes sociales. Así que pon tu ego en tu bolsillo y trabaja más duro. El periodista, como el deportista, puede ser brillante un día y mediocre al siguiente.

Aprende a escuchar

¿Conoces esta frase: «se escucha a sí mismo hablar»? En general, se atribuye a los malos periodistas, más interesados ​​en su pregunta, que en su relevancia y la respuesta del interlocutor. Escucha a los demás, rebota, reacciona, ese es el secreto de una buena entrevista. En el periodismo, también debes aprender el arte de la aquiescencia, es decir, desarrollar tu lenguaje corporal para reaccionar silenciosamente a todo lo que te rodea.

Bondad

Lo olvidamos en este momento de enfrentamiento, de pedrería e invectiva, pero un buen periodista es también alguien de benevolencia. Benevolente con sus fuentes, sus empleadores, sus interlocutores. En la prensa, como en la ciudad del miedo: “se puede engañar una vez a mil personas, pero no se puede engañar mil veces a mil personas. Entonces, si engañas a tus fuentes o a tus empleadores, terminas en la lista que todos los periodistas temen: ¡la lista negra!

Elegancia

También tienes que cultivar una cierta elegancia. En las palabras que elegimos, en el tono que adoptamos e incluso en nuestro código de vestimenta. La elegancia no es física ni escrita, es metafísica: eso es lo que emerge de ti. ¡Así que ponemos todo en orden y estamos presentables para cualquier ocasión! Y, sobre todo, tenemos el aspecto adaptado a la situación.

Ironía

Si comienzas a tomar todo personal, ¡estás acabado! Especialmente en esta profesión, donde uno usa en el ocio el segundo, incluso el tercer grado. Así que no tomes todo literalmente. ¡Da un paso atrás!

Empatía

La empatía es el don de ponerse en el lugar de los demás y es una cualidad muy importante, especialmente en los informes. Por ejemplo, cuando un periodista entra en terreno hostil, su única arma para obtener respuestas es su don de empatía. Así que quédese en su lugar, adopte el idioma correcto y sobre todo: no ponga una barrera.